La fuente de la alegría cristiana es la certeza de ser amados por Dios, amados personalmente por nuestro Creador, por Aquel que tiene en sus manos todo el universo y que nos ama a cada uno y a toda la gran familia humana con un amor apasionado y fiel, un amor mayor que nuestras infidelidades y pecados, un amor que perdona. Este amor «es un amor tan grande que pone a Dios contra sí mismo», como se manifiesta de manera defnitiva en el misterio de la cruz: » Dios ama tanto al hombre que, haciéndose hombre El mismo, lo acompaña incluso en la muerte y, de este modo, reconcilia la justicia y el amor».
(Extracto del discurso de Benedicto XVI a los participantes en la asamblea eclesial de la diócesis de Roma, 2006).
Fuente de la alegría cristiana.
enero 13, 2012 por Federico.
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